Today I had the pleasure of lunch with Don Hilarión, letting myself be guided by his suggestions, especially when he mentioned, with that characteristic sarcastic air that often reminds me of the ingratiating image of Goethe's Mephistopheles, that we should stop by a small corner of the Literary Quarter, popularly known as "Cat Alley" (another time, I'll tell a famous related legend), although you'll find its original name on any street map in Madrid as Alley of Álvarez Gato.
An alley, by the way, no more than a hundred meters long (I'd rather not mention its width, in case anyone suffers from claustrophobia) where the number of period taverns inside is surprising, except for a small laundry, perhaps a Chinese one, whose smells assault the appetite like the irresistible song of a siren. A traditional man and loyal to the spoon, Don Hilarión, who deep down can't hide the fact that he's a fan of Asturian cuisine, opted for Pompeian Tavern because on the outside menu he saw, among other first courses, precisely that one, which, with all due respect, perfectly plays the role of ass-buster: fabada.
It may also be that, in addition to fabada, Don Hilarión was interested in being carried away by the somewhat satirical appearance of an interior decorated like the famous Village of Miracles in the ill-fated Italian city of Pompeii, whose ashes, as we are all aware, are nothing more than an inconsequential detail, which in no way diminishes the charm of the place.
Served with care and in a good pot so that diners could help themselves to whatever they liked, I must admit that the fabada was tasty, although, in my opinion, it lacked sufficient seasoning of chorizo, blood sausage, and bacon, a combination that in Asturias is referred to as ‘compango’.The second course, breaded cod with a salad garnish, was quite fresh and pleasant and went wonderfully with a Ribera wine, although Don Hilarión, showing his genius and personality, like the gentleman Don Guido of Antonio Machado, opted for a Rioja. Custard for dessert, accompanied by coffee and a shot of orujo cream to ease the digestion, along with a fairly reasonable price and excellent service from the waiters, have earned this menu, the location, and the service the approval of Don Hilarión and myself. We award them a maximum score of 5 points and recommend them to anyone interested in a reasonably good menu in this charming part of Madrid.
Hoy he tenido el placer de comer con Don Hilarión, dejándome llevar por sus sugerencias, sobre todo, cuando ha comentado, con ese aire socarrón que le caracteriza y que muy a menudo me recuerda la imagen zalamera del Mefistófeles de Goethe, que nos dejáramos caer por un pequeño rincón del Barrio de las Letras, popularmente conocido como ‘el Callejón del Gato’ -en otro momento, contaré una famosa leyenda relacionada- aunque su nombre original lo encontrarán en cualquier callejero de Madrid con el nombre de Callejón de Álvarez Gato.
Un callejón, por cierto, de no más de cien metros de largo -el ancho, prefiero no mencionarlo, por si alguien padece de claustrofobia- donde sorprende el número de tabernas de época que hay en su interior, exceptuando una pequeña lavandería, quién sabe si china, cuyos olores asaltan el apetito como el canto irresistible de una sirena. Hombre tradicional y fiel a la cuchara, Don Hilarión, que en el fondo no puede ocultar que es un sentimental de la cocina asturiana, ha optado por la Taberna Pompeyana porque en el menú exterior ha visto, entre otros primeros platos, precisamente aquél, que, dicho sea con todo el respeto, representa a la perfección el papel de revienta culos: la fabada.
Puede ser, también, que además de la fabada, a Don Hilarión le haya interesado dejarse llevar por el aspecto medianamente sátiro de un interior, decorado como la famosa Villa de los Milagros de la malograda ciudad italiana de Pompeya, de cuyas cenizas, somos todos conscientes y que no constituye, en realidad, sino un detalle intrascendente, que en nada disminuye el encanto del lugar. Servida con esmero y en un buen pote para que los comensales se sirvan a su antojo lo que gusten, ciertamente he de reconocer que la fabada estaba sabrosa, si bien es cierto, que, en mi opinión, adolecía del suficiente condimento de chorizo, morcilla y tocino, conjunto al que en Asturias se refieren con el nombre de compango. El segundo plato, bacalao rebozado con guarnición de ensalada, estaba bastante fresco y agradable y entraba de maravilla con un vino de Ribera, si bien, Don Hilarión, haciendo gala de genio y figura, como el caballero Don Guido de Antonio Machado, ha optado por un Rioja. Unas natillas de postre, acompañadas por un café y un chupito de crema de orujo para hacer la digestión, así como un precio bastante razonable y una buena atención por parte de los camareros, han hecho que tanto este menú, como el local, como el servicio hayan obtenido la aprobación de Don Hilarión y de un servidor, con lo que les premiamos con una puntuación máxima de 5 puntos y lo recomendamos a todo aquel a quien le pueda interesa comer razonablemente bien de menú en esta parte tan sugestiva de Madrid.
NOTICE: Both the text and the accompanying photographs are my exclusive intellectual property and are therefore subject to my copyright.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.